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El día anterior, es decir, el día 30 por la tarde, los expedicionarios partieron en dirección al refugio Quintino Sella. En el valle de Gressoney tomaron los remontes en dirección al collado. Según dicen lo que a priori parecía un paseo se convirtió en una pequeña odisea. Les costó bastante llegar al refugio a través de un cresterío impresionante jalonado con puentes y la ayuda de una cuerda, lo que es de agradecer. Al final y bastante cansados, llegaron al refugio.
Tarde para la cena, por lo que tuvieron que hacer maravillas para poder cenar. Bien, después de esto a la cama ya que al día siguiente había que levantarse temprano.
Toda la ascensión a la cima les resultó bastante gratificante y bastante menos dura de lo que había supuesto la subida al refugio.
Ya en la cima, las fotos de rigor y un agradable té caliente patrocinado por nuestro guía y amigo Ángel. Después de las fotos, contemplar el paisaje, etc., tocaba volver y por el mismo camino llegaron hasta el refugio y posteriormente hasta los remontes, para volver al valle donde el que suscribe les estaba esperando con los brazos abiertos.
Llegaron sobre las 15 horas.
La longitud del recorrido es de 14,28 kilómetros.
El desnivel acumulado en ascenso de 1.515 metros y similar en descenso.