Siguiendo la ruta.
San Adrián.
Beriain desde San Adrián.
Beriain.
Más de Beriain.
Formaciones caprichosas.
Pueblos de la Sakana.
A la vista Santa Marina.
Indicadores.
Cima de Santa Marina.
Formaciones curiosas.
El hayedo encantado.
Son formaciones curiosas entre las hayas y las rocas.
Pequeño túnel.
Más formaciones curiosas.
¿La proa de un barco?
Seguimos con las rocas............
Es frondoso y por tanto grandioso.......
Teníamos varias alternativas para hoy y por mayoría simple nos hemos inclinado por ésta. Ha resultado una excursión preciosa. Parte de las famosas Campas o Majadas de Gollano que están a unos cuatro kms., en la primera desviación de la carretera por la izquierda. Dejamos el coche a la sombra y nos ponemos en marcha. El tiempo es soleado aunque se ven unas cuantas nubes. Los senderos están muy poco marcados. Seguimos por senda entre bosque y llegamos a San Adrián para una vez allí tomar la cresta con toda la Sakana, Beriain, Aitzgorri, etc. a la vista y seguir por la misma hasta la cima del Baiza y después a la ermita de Santa Marina. Después de haber atravesado toda la cresta nos adentramos en el famoso hayedo encantado. ¡Precioso! De vez en cuando se aprecian unas figuras en las rocas dignas de mención y que tienen poco que envidiar al bosque encantado de Cuenca. Es un hayedo precioso, lleno de musgo y líquenes y con unas formaciones rocosas que se entremezclan con las hayas y hacen del lugar un sitio para empezar a sacar fotos y no parar. ¡Maravilloso, de verdad! Antes y por la zona de San Adrián nos hemos parado a beber algo de agua y comer los consabidos frutos secos y los frescos. Más adelante y cerca de la ermita de Santa Marina también nos hemos parado pero esta vez a comer. Serían las 13,45 horas y al ver una zona muy propicia hemos aprovechado el sitio. Nuestro menú ha sido:
- Mejillones en escabeche al estilo de los ancianos gallegos.
- Finezza de ibérico con aromas de plantas mediterráneas. (chorizo ibérico de bellota)
- Finas rodajas de delicatessen de la montaña soriana, curada a los fríos vientos del Moncayo.
- Todo ello regado, como es habitual, con dos caldos. Uno joven de rioja alavesa y el otro al que le hemos dado algo de tregua, también joven pero de ribera del Duero.
Siguiendo por la cresta hemos visto dos árboles puestos expresamente en el borde del barranco y cada uno con una ikurriña, así como otra bandera que no se apreciaba bien pero que parecía la de “Presoak euskal etxera”. Nos ha llamado la atención porque los árboles tenían muy buen tamaño y altura considerable. Estaban anclados en la roca y les habían cortado el 90 % de las ramas con objeto de no poder encaramarse a la copa. Parece ser que los habían subido de algún pueblo de la Sakana. ¡Vaya huevos! Se apreciaban desde bastante lejos. Tal y como comentaba antes, el hayedo por el que hemos pasado es digno de mención. Merece la pena verlo. Eso sí, no hay sendero ni nada parecido. Hemos salido vivos y a tiempo gracias al GPS ya que de otra forma todavía estábamos dentro dando vueltas. Después de salir del hayedo hemos retrocedido por las majadas para llegar al coche y cuando nos faltaban unos pocos minutos ha comenzado una pequeña tormenta, pero suficiente como para que nos hayamos mojado un poco, ya que nos ha caído hasta granizo. De cualquier forma el día de hoy también ha sido de los de enmarcar. Hemos tomado café y agua bendita en el camping y después nos hemos puesto en marcha hacia casa. ¡Sensacional!
- Mejillones en escabeche al estilo de los ancianos gallegos.
- Finezza de ibérico con aromas de plantas mediterráneas. (chorizo ibérico de bellota)
- Finas rodajas de delicatessen de la montaña soriana, curada a los fríos vientos del Moncayo.
- Todo ello regado, como es habitual, con dos caldos. Uno joven de rioja alavesa y el otro al que le hemos dado algo de tregua, también joven pero de ribera del Duero.
Siguiendo por la cresta hemos visto dos árboles puestos expresamente en el borde del barranco y cada uno con una ikurriña, así como otra bandera que no se apreciaba bien pero que parecía la de “Presoak euskal etxera”. Nos ha llamado la atención porque los árboles tenían muy buen tamaño y altura considerable. Estaban anclados en la roca y les habían cortado el 90 % de las ramas con objeto de no poder encaramarse a la copa. Parece ser que los habían subido de algún pueblo de la Sakana. ¡Vaya huevos! Se apreciaban desde bastante lejos. Tal y como comentaba antes, el hayedo por el que hemos pasado es digno de mención. Merece la pena verlo. Eso sí, no hay sendero ni nada parecido. Hemos salido vivos y a tiempo gracias al GPS ya que de otra forma todavía estábamos dentro dando vueltas. Después de salir del hayedo hemos retrocedido por las majadas para llegar al coche y cuando nos faltaban unos pocos minutos ha comenzado una pequeña tormenta, pero suficiente como para que nos hayamos mojado un poco, ya que nos ha caído hasta granizo. De cualquier forma el día de hoy también ha sido de los de enmarcar. Hemos tomado café y agua bendita en el camping y después nos hemos puesto en marcha hacia casa. ¡Sensacional!
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