Foto de familia.

Foto de familia.
Ascensión a La Aguja Letour. Alpes franceses.

miércoles, 15 de junio de 2011

(20110615) Circular Opakua-San Benito-Los Cristinos-Embalse-Opakua.

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Iniciando la ruta. Una panorámica de los pastos.

Llegamos a la ermita de San Benito.

El Ara de los sacrificios.

Le vamos a dar otra utilidad.

Estamos entrando en la Cueva de Los Cristinos.

Aspecto de los techos.

Otra vista de las filigranas.

Parte de una sala.

Entrando en la cueva.

Una de las formaciones que todavía están enteras.

Bonitas paredes.

Formaciones.

Con cara de susto.

!Que mejor sitio para posar¡.

Saliendo de la cueva.

Bonito ejemplar.

Un menhir en el camino.

La "camorra" en pleno.

¿Necesitados de cariño?

¿Curiosidad o hambre?

!La familia¡

Embalse.

Marismas y laguna de las ranas.

Lugar del almuerzo.




Siguiendo las indicaciones de la semana anterior y con intención de no forzar anticipadamente la rodilla del lisiado, decidimos realizar esta vuelta por las majadas de Entzia y Urbasa, saliendo desde el Puerto de Opakua.
Con un sol de justicia que amenazaba con hacernos pasar bastante calor, comenzamos nuestra vuelta por esta zona verde de pastos, bosques de hayas, robles, arces, fresnos, etc. y además compartiendo la zona con vacas y caballos, que sin mayores problemas nos permitían el paso.
Según caminábamos y además de debatir los consabidos temas, tales como: Política (Bildu), corrupción (por supuesto de los políticos), temas económicos domésticos e internacionales, etc., etc.
Llegamos a la zona de la ermita de San Benito donde nos dispusimos a hacer el "hamaiketako" utilizando como mesa un ara de sacrificios de los antiguos vascones. Algún lector dirá (y no apunto a nadie): Este grupo es un panda de irreverentes. Cierto y tal vez tenga razón, ya que siempre nos hemos definido como bastante iconoclastas, lo que no quita para que el famoso ara de los sacrificios sea menos natural que el polipropileno.
Después de unos minutos para el pequeño "hamaiketako", continuamos camino en dirección a la Cueva de Los Cristinos, que recibe este nombre debido a la leyenda que dice que allí fueron arrojados los cadáveres de los partidarios de María Cristina de Borbón por las tropas del general Zumalacarregui, durante las guerras carlistas.
Nos costó un poco llegar a la zona de entrada a la cueva, ya que está un poco escondida y no tiene indicaciones, pero al final la encontramos y sin pensarlo mucho nos dirigimos a su interior.
El interior no es muy grande pero es muy bonito, te encuentras con una sala bastante amplia con techos y paredes llenos de filigranas. Es una pena que hayan destrozado estalactitas y estalagmitas con la única finalidad de llevarse un recuerdo a casa.
Como previsión llevamos luces frontales y pudimos ver con bastante detenimiento las diferentes zonas de la cueva. Ha debido haber una zona con un pequeño lago, que posiblemente estuviese en la parte central de la cueva pero en la actualidad había muy poco agua y no daba sensación de lago, más bien de un pequeño charco. Estuvimos dando unas cuantas vueltas ya que no encontrábamos el camino para adentrarnos en la sala principal, pero poco a poco nos dimos cuenta de una zona de entrada en la que además había una antigua puerta. Desde allí y con cuidado, nos adentramos hasta llegar a la sala principal.
De cualquier forma ha sido un experiencia muy bonita y agradable.
Después de un rato largo contemplando la cueva salimos al exterior y continuamos nuestro camino.
La parte última fue un poco desagradable ya que nos tocó caminar por asfalto unos cuatro kilómetros, pero en un momento determinado vimos en el GPS una indicación de fuente a unos pocos metros y nos dirigimos a su encuentro con la sorpresa de que no encontramos fuente, pero llegamos a una zona que tenía un pequeño embalse con aspecto de marisma donde las ranas campaban a sus anchas y nos deleitaban con sus eructos. El embalse lo tuvimos que compartir con unos cuantos caballos y unas pocas vacas, pero después de solicitarles el consabido permiso nos dejaron almorzar en la zona a la sombra de unos árboles.
Después de un almuerzo en un entorno precioso, no tuvimos más remedio que recoger los trastos y ponernos en marcha nuevamente.
Nuestro menú en el embalse consistió en lo siguiente:
-Bivalvos gallegos en cama de sagrados óleos.
-Sardines pichardus en fina salsa de pomodoro con hortalizas varias.
-Diversas "omelettes" al saucisson y a las finas hierbas.
-Bandeja de ibéricos en diferentes versiones.
-Fromage de leche cruda de oveja latxa en sublime punto de curación.
Todo lo anterior perfectamente regado con diversos vinos jóvenes blancos y tintos.
Con todo recogido y después de depositadas las basuras en los contenedores correspondientes, llegamos al lugar donde teníamos aparcado el coche.
Unos minutos para adecentarnos, refrescar el coche y también nosotros y pusimos rumbo a Agurain con intención de tomar café.
Después de un buen café y sufriendo las inclemencias de Ra, nos pusimos en marcha en dirección a nuestros respectivos domicilios.


Hemos comenzado a andar en el Pto. de Opakua sobre las 9 horas y terminado en el mismo sitio sobre las 16 horas.
El tiempo efectivo en realizar el recorrido ha sido de 4 horas y 45 minutos, a una media de 4 kms./hora.
El tiempo dedicado a "hamaiketako", fotos, almuerzo, exploración de la cueva, etc., ha sido de unas 2 horas y 10 minutos.
El desnivel total acumulado tanto en ascenso como en descenso ha sido de unos 220 metros.
La longitud total del recorrido ha sido de unos 19,1 kms.

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